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La solución pasa por una mejora integral del reglamento, los árbitros y los luchadores

Reglamento y arbitraje

martes, 30 de abril de 2013 || Juan Mujica

Juan Mujica Tejera  Juan Mujica: puntal, presidente, mandador y árbitro de lucha canaria opina sobre la actualidad del arbitraje: "Es triste comprobar cómo las cosas no han cambiado en el colectivo arbitral en los últimos treinta años. La tan reclamada unificación de criterios sigue siendo una quimera y la defensa que algunos hacen del arbitraje como coto privado es lamentable. Cada árbitro pita como quiere o como puede quedando a vistas del aficionado como miembros inmunes; haga lo que haga cobrará y la semana próxima volverá a un terrero a pitar. La unificación de criterios, la preparación física y psicológica, una actitud dialogante y formadora con los luchadores, y una entrada constante de nuevos y mejor preparados aspirantes que generen competencia real en el comité es imprescindible para mejorar, , sin olvidar que el actual reglamento obliga en demasiadas ocasiones al árbitro a convertirse en protagonista involuntario por la omisión del deber del luchador en la resolución de las luchadas".

  Además de puntal y presidente del Adargoma, Juan Mujica fue árbitro de lucha canaria a principios de la década de los 90 cuando el comité insular grancanario estaba presidido por Ángel Miranda. Más de veinte años después, Mujica, licenciado universitario y con una brillante carrera laboral, muestra su pesar por un colectivo que no ha sabido evolucionar lastrado en su mayor parte por grupos de poder que siguen haciendo una guerra soterrada en contra de los intereses generales de la lucha canaria. " El que mostraba una postura contraria a los que movían los hilos se lo terminaban cargando. Yo me dediqué en cuerpo y alma al arbitraje, estudiando a fondo el reglamento y haciendo una preparación física y psicológica específica. A pesar de todo terminé desencantado por las múltiples trabas para poder progresar dentro del comité siendo crítico con las cosas a mejorar. A los tres años me fui dando la causa por imposible. Hoy en pleno siglo XXI las cosas aparentan no haber cambiado: determinados miembros de perfil bajo siguen bloqueando la entrada de competencia real, el ingreso de personas con formación y potencial que podrían desbancarlos y dar a la lucha canaria el nivel arbitral que merece", nos relata Mujica en el siguiente artículo.

La defensa del arbitraje como un coto privado

  Mientras se siga pensando que esto del arbitraje es ponerse un chándal, colgarse un pito del cuello e ir al terrero a ganarse un dinero -nada desdeñable, por cierto- no hay nada que hacer. No todos valen para ejercer como árbitros. La idea que algunos ponen en práctica de venir al arbitraje para acomodarse y ganarse un dinero fácil le hace un daño infinito a nuestro deporte.

  Todas las semanas vemos árbitros que salen a dirigir luchadas psicológicamente afectados, individuos que evidencian que no están capacitados para ver las cosas con imparcialidad, y mientras ningún superior ejerza como tal seguiremos teniendo los escándalos que tenemos semana sí y semana también en Ingenio, Agüimes, la capital, Gáldar, o donde sea que se exija un mínimo al árbitro. Si las cosas van rodadas perfecto, pero desde que surja el mínimo contratiempo todo salta por los aires cuando un árbitro no tiene la suficiente preparación para manejarse como el juez que todos esperan que sea.

Si está pendiente del exterior está perdido

  El árbitro debe mantener una postura dialogante y formadora con los luchadores, explicando y advirtiendo, para a continuación ejercer como juez sin sentimientos cuando la situación lo exija. Sin simpatías ni antipatías, al mínimo atisbo de parcialidad el árbitro pierde su validez. Es fundamental que tan pronto entra al terrero sea capaz de concentrase en su tarea y abstraerse del ambiente. En el momento que abra sus oídos a las críticas de la grada, o se acuerde de algún comentario que un luchador le hizo en una luchada anterior está perdido.

Formación y unificación de criterios

  El Reglamento debe ser el libro de cabecera de todo árbitro, el que lea todos los días si es necesario hasta conocerlo de memoria con sus múltiples vertientes y posibles interpretaciones. No vale con leerlo y quedarse con lo que uno cree que dice. Después en el comité hay que unificar criterios y consensuar posturas, y esto último queda de manifiesto que no se hace, porque nos encontramos muchas veces que lo que para un árbitro es amonestación en Firgas, resulta que a la semana siguiente no lo es en Arinaga.

El Reglamento debe proteger al árbitro

  Partiendo de que un alto porcentaje de luchadores desconoce el reglamento, y de que muchos mandadores se limitan a enfocar las luchadas con objetivos resultadistas a través de amonestaciones y eliminaciones, nos encontramos en que en demasiadas ocasiones el árbitro se convierte en protagonista involuntario porque el reglamento actual lo obliga a asumir la que debería ser tarea exclusiva del luchador en la resolución de las luchadas.

ADARGOMA.COM || Foto: © Juan Mujica, expuntal del Adargoma