Lucha Canaria, El Capitán Mariano, puntal del siglo XIX Galería de fotos Galería de vídeos

triunfó en una multitudinaria luchada de 1868 en el norte de gran canaria

El Capitán Mariano, puntal del siglo XIX

jueves, 28 de febrero de 2013

Documento original  Volvemos a activar la máquina del tiempo para trasladarnos hasta el 3 de julio de 1868 y sumergirnos en las páginas de El País para rescatar una multitudinaria luchada que despertó el interés de más de cuatro mil aficionados en un desafío entre dos bandos: los de Guía, Gáldar y Agaete; frente a Arucas, Firgas, Moya y la Costa de Airaga.

  El redactor de aquel folletín de El País, que firma como Periquillo el de los palotes, destaca especialmente la figura del "Capitán Mariano" que uno tras otro tumbó a un total de once contrarios para quedar sólo victorioso en el terrero.  A continuación le ofrecemos la transcripción de la crónica completa, siendo imposible descifrar algunos datos de la misma por el estado de conservación el ejemplar escrito.

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Transcripción del documento original

  El domingo 21 del corriente tuvimos en las afueras de esta villa, una luchada magnifica, como no hay memoria de otra igual, excluyendo la de nuestros antiguos indígenas canarios, luchas semi-bárbaras de que solo nos queda la tradición. Figúrate los pueblos de Guía, Gáldar y Agaete tenían que habérselas, en virtud del más formal desafío con los de Arucas, Firgas, Moya y la Costa de Airaga. Desde las nueve de la mañana del indicado día, salimos de aquí los cabecillas con nuestra gente reunida; nos dirigimos al lugar designado para la contienda; y allí tuvimos el gusto de encontrarnos con los jefes contrarios y sus fornidos atletas.

  Los comisionados de uno y otro bando se plantan en el terrero, y empiezan a comparece los luchadores con pantalón corto, piernas y brazos desnudos, la cabellera suelta, y chispeantes ojos de reconcentrado coraje animados con la esperanza de la victoria.

  Da principio la función. Dos campeones se presentan; se agarran el uno al otro, emparejan los hombros, inclinan los pechos, estiran las piernas, y no recuerdo si fue el de allá o el de acá, el que besara la arena. Uno de ellos tenía por precisión que sufrir tan amarga prueba.

  Así continuó la contienda por largas horas, cayendo fornidos atletas del uno y otro bando, y ofreciendo el divertido juego los episodios y contrates que tan peculiares le son. No puede negarse que la gente era escogida y buena, y por necesidad debían presentarse luchas difíciles, de prueba, de agilidad, fuerza y maestría.

  La concurrencia no bajaba de 4.000 personas.

  En estas luchas sucede lo que en las sangrientas batallas. Hay hombres que se distinguen por su valor, serenidad y destreza, siendo la admiración de sus mismos enemigos. Pues bien, entre estos valientes llamó muy particularmente la atención un campeón de las inmediaciones de Guía, conocido por el nombre de "Capitán Mariano". Y a fe le cuadra el nombre de "Capitán Valiente"; porque notando nosotros que la lucha avanzaba, y que eran las cuatro de la tarde, hallándose aún en pié los luchadores de más fama del bando contrario, comprendimos que era preciso dar fin al espectáculo, y tomamos la resolución de echar al terrero al "Capitán Mariano". Éste con si gigantesca figura, grave mirar, y ágiles movimientos, debió ejercer indudablemente cierta extraña influencia en el animo de los contrarios; pues todo el que intentaba medir sus fuerzas con el "Valiente Capitán", no conseguía otra cosa que adobar el suelo con su espalda, si me es permitida la frase.

  Nuestro "Capitán", pues, quedó victorioso en el terrero, después de haber derribado a once de los luchadores contarios de más nombradía.

  Y aquí pongo punto a mi carta por dos razones: primera porque llegue, aunque deprisa y sin detalles, al fin de la luchada y segunda porque me encuentro cansado ya de esta música semi-bárbara.

  Tienes razón, amigo mío, comprendo que hay algo de bárbaro en semejantes espectáculos; ¿pero cuando ha dejado el hombre serlo? ¿Que nación hay que no halague las inclinaciones del pueblo con escenas repugnantes y hasta feroces?

  La Lucha Canaria ni es feroz ni es sangrienta; redúcese a derribar un hombre a otro hombre, por medio de la fuerza, del arte o de la astucia. Son amigos que tranquilamente se divierten, sin necesidad siquiera de armas que hagan guardar el orden; porque éste rara vez se perturba.

  Y sin embargo, si nosotros llamamos semi-bárbaras estas costumbres, este juego  que es lo único que con sus momias conservamos de los antiguos indígenas, ¿que calificación merece los juegos de toros, los de fieras y los del trompis?

  Hasta la remilgada.......................toros. No es extraño; porque ¿que país hay que no los tenga?

  Aquí también doy yo también fin a mi folletín, y te agradezco el recurso de tu carta, que me ha ayudado a llenar es lugar; pues de haber seguido yo con las conciencias raídas, y los amores averiados, &. &. hubiera sido fácil salir averiado o enfangarme, y no quiero imitar a nadie.

¿Me entiendes, chico? pues calla.

PERIQUILLO EL DE LOS PALOTES.

ADARGOMA.COM © Foto: El País, 1868