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Despertaba una enorme admiración; los niños lo veíamos como un superhéroe

Santiago Ojeda, el gigante que asustaba

miércoles, 1 de mayo de 2013 | Artículo de José A. Hernández

Santiago padre y Santi hijo  Llegaba el recreo, y los niños del Colegio La Salle de Arucas íbamos corriendo a las ventanas del gimnasio situado en el sótano para ver desde arriba, aquel hombre grande, fuerte e imponente, que para nuestros infantiles ojos era todo un gigante. Nos impresionaba con su inmaculada ropa blanca de arriba a abajo, ancha por todos lados, con un cinto, y con aquellos gritos que daba a cada instrucción de judo, y que se dejaban sentir en todo el patio. Era Santiago Ojeda. Sí el que se quedó campeón de judo el que nos dejaba atónitos con sus clases a los alumnos del colegio de los Hermanos de Arucas. Los de mi clase ya habíamos recibido una lección de aquel gigante que nos asustaba, pero que nos cautivaba con sus prestancia, esbelta, elegante y forzuda. Algo así como un superhéroe de la pollería de ahora, pero sin tecnología. O mejor sí, la propia de su empeño, pundonor, jeito, arte, maña y fecho tanto en la lucha canaria como en el judo. Pegamos en el recreo, en aquella clase que nos impartió de judo, sin kimono ni nada, sino con los calzones de antaño, y sin quitarnos las playeras sobre la arena negra del campo de fútbol. D. José Ramón ya nos había instruido en lucha canaria. Como buen aruquense, profesor de gimnasia, y aficionado a Los Guanches, en sus clases dábamos lucha canaria. Todo un hito en la educación escolar de aquel tiempo, en un colegio privado y religioso.

  Coincidió todo esto con la llegada de Santiago Ojeda al colegio para sus enseñanzas del judo, implicándose también algo en la lucha canaria. Yo, ahora con 50 años y entonces con 12, he mantenido aquel recuerdo como uno de los referentes de mi tradición con el vernáculo deporte. Y siempre evocando el miedo que se nos metía en el cuerpo cuando se nos plantaba delante Santiago Ojeda. Al tiempo, coincidiría con él en estos lares profesionales de la vida, siempre con respeto, admiración, y más de una vez recordándole lo que significó para los alumnos de La Salle de Arucas. El pasado jueves en La Gallera su hijo Santi, durante el homenaje, me saludaba con los ojos llenos de lágrimas y me agradecía: "Tú nunca nos has fallado, ni a mí ni a mi padre". Yo, me acordé de aquellos años en el Colegio de Arucas de su progenitor, le respondí: "Tú padre tampoco cuando éramos niños y enseñaba a luchar". Sí, con aquel hombre gigante que asustaba: Santiago Ojeda. 

ADARGOMA.COM || Fotos:© Santiago padre y Santi hijo